El proyecto de La ciudad de los clones fue imaginado, desde su origen, como una instalación. La idea principal sería sumergir al espectador en un espacio claustrofóbico, ruidoso, confuso, donde la mezcla de sonidos, la falta de luz y la repetición de imágenes y motivos le genere ansiedad por saber más, pero también por salir del espacio.

La forma en la que fue ideado sería la siguiente. 

Tendríamos un espacio estrecho, cúbico y a oscuras como entrada a la sala principal donde únicamente hay un atril con un libro muy grueso donde todas las páginas son iguales; en todas ellas aparece impreso lo mismo: “Obsérvame”. Sería el propio espectador quien, de forma individual o en parejas, pulsaría el botón de “play” para ver el vídeo que presentamos aquí. Una vez acabado, el espectador deberá pasar por detrás de la pantalla, donde habrá una cortina pesada, de terciopelo negro, que no atrae la atención hasta que no acaba la proyección, momento en el que se enciende una luz muy tenue y cálida por debajo de la misma para marcar el camino que debe seguir y se escucha un audio de una voz (la misma que la del vídeo) que dice: “Ábreme”. De este modo, pasamos del espectador como mero receptor del contenido a actor. Reminiscencias de Alicia en el país de las maravillas. Obsérvame, ábreme.

Detrás de la cortina tendríamos un espacio amplio, pero escasamente iluminado, donde el espectador no tiene un recorrido marcado, sino que puede ir recorriéndolo como más le apetezca. La estancia estará dividida en dos por una proyección en el suelo de la misma, con el vídeo original de la locución (la protagonista de la peluca naranja) pasando sin sonido pero en bucle. A ambos lados, el espacio estará lleno de maniquís negros con pelucas naranjas. Para ir avanzando, el espectador tiene que ir sorteándolos. Habrá partes del cuerpo de los maniquís que también saldrán de las paredes.

En la pared de la parte derecha, hay una serie de televisores formando un triángulo (4,3,2,1) en el suelo, proyectando partes del vídeo, con distintas imágenes en cada uno. Generarán ruido blanco y sonidos entremezclados. La iluminación de la estancia será en parte la luz que emiten, lo que coloreará el espacio.

Toda la pared de la parte izquierda estará empapelada con las fotografías que forman parte del proyecto, repetidas una y otra vez, superpuestas, como carteles callejeros pegados con cola unos encima de otros. Se podrán ver las arrugas propias de esta técnica sobre el papel. La composición con las fotografías cubrirá toda la pared, del suelo al techo y en algunas zonas estará rasgada para simbolizar la violencia. La iluminación de esta parte será escasa, se reflejarán las luces generadas por el proyector y por los televisores de la pared de enfrente. 

En el fonde del espacio, al que el espectador tendrá que pasar a través de otra cortina -esta vez hecha a base de fotografía polaroid intervenidas (quemadas en alguna de sus partes)-, habrá una bañera transparente donde uno de los maniquís con la peluca, estará tomando un baño con la bañera llena de trozos de papel, con frases de la carta con la que se hizo la intervención de una de las  fotografías del proyecto. En la bañera, habrá una “mesa de baño” de madera sobre la que estará abierto otro libro, similar al de la entrada, con el mensaje: léeme. El espectador podrá manipular los pequeños papeles con los que el personaje se está bañando y leer sus mensajes.